martes, 28 de septiembre de 2010

El planeta

La lluvia ácida corroía su paraguas. El impermeable lo protegía de esas gotas que desafían la gravedad describiendo un sendero diagonal.
La imagen era gris. Triste. Sin embargo él estaba feliz.

Miraba la nave, pero las veía a ellas. Se las imaginaba adentro, tan solas como rodeadas de gente, pero con un futuro en el que se pueda respirar sin máscaras y jugar sin miedo a la lluvia. Ella era una mujer fuerte, iba a cuidar bien de su pequeña. Que podía ser peor que quedarse? Ellas iban a estar bien.

El planeta no pudo más, no resistió ese virus que se reproduce abusando de su huésped, incluso sabiendo que lo va a destruir, y con él a si mismo. El virus también es la víctima. Pero no lo puede evitar, es su naturaleza, es parte de su humanidad.

Eran cientos las naves que partían, distribuidas en las principales ciudades a lo largo del planeta, de todas formas, no alcanzaban para todos.
Su destino era cierto, las expediciones confirmaron que ya era habitable. Ya se podía volver. Allá estaba todo preparado para su llegada. Ellas iban a estar bien.

- Johnny, como estás? Que duro es esto eh...
- Hola José. No puedo estar más feliz. Ellas van a estar bien.
- Pensás que las vas a volver a ver?
- No lo sé, la tierra queda muy lejos.


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