miércoles, 12 de enero de 2011

Cinco hermanas

Llovía. Los truenos sacudían los vidrios de los ventanales. Eran como gritos explosivos que interrumpían el llanto de una niña pequeña, desconsolada.
Las oscuras paredes albergaban a las cinco. Tenían entre 6 y 12 años. Las unía la soledad.
Sabían que sólo contaban con ellas, por lo que se protegían y ayudaban a cada momento. Haber sido adoptadas juntas parecía un milagro. Pero no lo era.

Su madrasta solo las tenía para su propio beneficio. Sabía que esas caritas tristes eran ideales para salir a pedir monedas, además sabían limpiar, y si no, aprenderían. Siempre que las mandaba a pedir, se quedaba con alguna niña, como garantía para que el resto vuelva. Su inmensa frialdad y avaricia no entorpecían su capacidad para ver, aunque no comprender, lo unidas que eran y que siempre iban a volver a por la hermana que ella retenía.
No eran verdaderamente hermanas de sangre, pero no había duda que el lazo que alimentaban era mucho más sólido que sólo el de compartir padres.

Marlene envidió la unión que veía entre ellas desde el primer momento. Que se pensaban esas pequeñajas, demostrándose ese amor entre ellas y negándoselo a su madrastra que tan amablemente las acogía en su hogar.
Todos los días se aseguraba de que paguen su egoísmo. Cualquier error que alguna cometa era razón suficiente para que alguna de sus hermanas no coma esa noche. Una vez, solo porque una de ellas tenía los zapatos al revés, obligó a las otras a dormir con los zapatos puestos, también al revés.

La ciudad era grande y el infierno aún mayor. Ellas cinco no eran las primeras hijas que había tenido Marlene, no estaban del todo seguras, pero por lo menos dos hermanas ya habían pasado por esa fosa, y que al parecer ya habían encontrado su fatal destino.
Esa noche les tocaba dormir en el sótano. Marlene necesitaba estar sola y la mera presencia de ellas en la habitación contigua la perturbaba.

Sin nada con que cubrirse más que sus harapientas ropas, solo contaban con el calor de su pequeños cuerpitos para esa noche. El vidrio roto de la única ventana del sótano, que se encontraba al ras de la calle, concedía entrada libre al frio y el agua gélida de la lluvia desconsiderada.
Cami, la mayor, ya lo había decidido. Se iban a escapar de esa casa del horror. Pero todavía tenía que resolver el problema de la rehén de turno. Su cabecita buscaba incansablemente la forma de liberar a sus hermanas. Fue en ese momento cuando supo que la oportunidad estaba en sus manos. Estaban las cinco juntas en el sótano. Marlene en el piso de arriba y la planta baja disponible para verlas pasar sigilosamente. Podrían llegar a la puerta sin tener que bajar la escalera que crujía fuertemente y delataba cualquier intento de cruzarla.
Solo tendrían que solucionar el problema de la puerta a la calle cerrada con llave. A lo mejor alguna ventana mal cerrada podría ser una alternativa.
Tessa, la más pequeña, derramaba lágrimas con cada palabra del plan de su hermana mayor. El miedo a ser sorprendidas por Marlene la consternaba.

- Tess. No va a pasar nada. Voy a subir yo sola. Voy a ver que esté todo bien, y las voy a venir a buscar. Sólo van a subir cuando sepamos que todo está bien.

Tess negaba con la cabeza.

- Si aparece Marlene, voy a decirle que estaba yendo al baño, nada malo va a suceder.

La pequeña niña, a sus seis cortos años y había aprendido y sabía que cualquier tropiezo con Marlene sería un castigo horrible para todas. Sus mejillas seguían siendo recorridas por lágrimitas que rodaban hasta caer en el frío suelo de piedra.

Se armó de valor y comenzó el ascenso por la sólida escalera del sótano. Sus tímidos pasos se sucedían temblorosamente. Pero intentó mantenerse lo más firme que pudo para tranquilidad de sus hermanas que la miraban con total atención entre las penumbras.

Luego de abrir la puerta con una lentitud y paciencia inquietantes, asomó su cabecita. La luz de la cocina estaba encendida. Escuchó como llenaban de agua la pava y la ubicaban sobre la hornalla, luego escuchó morir un fósforo.
Era muy riesgoso intentar cualquier cosa con ella en la cocina. Debería bajar y esperar, pero la falta de un reloj dificultaba sus cálculos.
Cerró la puerta lentamente, pero el pestillo acusador delató sus intenciones.
El click metálico se escuchó claramente.
Cami se congeló, su naricita se abrió, cual par de alas de ángel, para permitir la entrada del tan preciado aire. Sus labios temblaron.
Pronto se escucharon los furiosos pasos de su madrastra que abrió la puerta repentinamente.

- ¡¿Que te piensas que estas haciendo?!
- La extrañaba. - Respondió intentando sonreir.

Marlene se sorprendió con lo que escuchó.

- ¿En serio? ¿Y porque justo hoy me extrañas?
- Siempre me pasa. A todas nos pasa. - Acompañó sus palabras con un gesto de su mano que giraba hacia sus hermanas.
- Ustedes me quieren engañar. No les alcanza con que les de casa y comida. Siempre quieren algo más.
- Nada más queremos estar contigo.
- ¿Ah sí? Bueno, pero hoy no. - Cerró la puerta y el sonido de la llave terminó con sus ilusiones de escapar.

Bajó los escalones entre feliz y triste. No podía creer sus propias palabras. Menos aún, que la hayan salvado de un escarmiento desalmado y perverso.

- Yo no quiero estar con ella. - Dijo Tess juntando sus pequeñas cejas. - ¡Ella es mala!
- Shh, no digas eso. - Concepción, de ocho años, la callaba. Sabía que la respuesta de su hermana era una inteligente forma de salvar la situación.
- Tranquilas chicas. Connie, ya tengo otro plan.

Cuando giró mostrando a sus hermanas, también compungidas por estar lejos de su madrastra, vio desde la escalera que la ventana rota podría ser un escape. Sólo tendría que ver la forma de llegar hasta allí.
Con mucho cuidado apilaron todos los objetos y cajas que pudieron formando una precaria torre al pie de la ventana. Todavía faltaba un metro y medio para llegar.
No había nada más que utilizar, tendrían que arreglarse con eso.
Claudet, era un año menor que Cami, y de contextura bastante más pequeña. Ella era la encargada de subir y ayudar a sus otras hermanas menores a salir.
Se acomodó en la cima y Cami fue ayudando a cada una a subir desde abajo. La primera fue Connie, una vez afuera ayudó a salir a Tess y luego a Agustina, la del medio.
Sólo faltaba que salgan Cami y Clau. Se acomodaron las dos y Cami puso sus manos juntas para prestarle un punto de apoyo a su hermana. Ya estaba terminado de salir cuando el ruido de una tasa quebrándose contra el suelo las hizo girar su cabeza a la vez que tomaban un golpe de aire.

- ¡Pequeñas embusteras! ¡Quieren dejarme! ¡Y yo que venía a ver que todo estuviera bien para ustedes!
- ¡Rápido! ¡Rápido! - Cami apuraba la salida de su hermana. Todas gritaban y lloraban desesperadas. Solo unos segundos separaban a su hermana mayor de las garras de Marlene. Tendrían que volver a por su hermana y todo hubiera sido en vano.
- ¡Prométeme que las llevarás lejos! ¡No vuelvan por mí, yo las voy a encontrar! ¡Nunca más tendremos esta oportun...
- Ven para aquí. - Gritó Marlene al tiempo que la tomaba de la ropa y tiraba fuertemente hacia el suelo.

Cami cayó por sobre las cajas hasta el piso. Los relámpagos sacudían el cielo. El rostro enfurecido de Marlene con los ojos encendidos la hizo retroceder arrastrándose con sus manos hasta golpear la pared.
La violencia de un rayo fundió la veleta del techo de la casa en un fogonazo destellante que solo dejó oscuridad.

Ambas se quedaron estáticas. Las dos sabían la última posición de la otra. Pero la oscuridad abrigaba la posibilidad de Cami de escapar. La puerta había quedado abierta, si llegaba antes que Marlene, podría cerrarla por fuera y tendría sus preciados minutos para encontrar la forma de salir de la casa.

Otro tronar del cielo le regaló la petrificante imagen de Marlene a solo centímetros de ella, ya con sus huesudas manos extendidas hacia su cuerpo. Giró sobre sí misma y se levantó rápidamente. Un fuerte dolor le indicó que la caída no había sido libre de secuelas, la articulación de su pierna derecha sobre la cadera estaba comprometida.
Comenzó a subir la escalera cuando sintió que la tomaban de la ropa. Pero los gritos de Marlene dejaban saber que a su vez, alguien la estaban tomando a ella. - Habían vuelto a entrar Clau y Agus. - Se dijo a si misma en una dura confrontación contra la realidad. Ahora debería conseguir escapar y rescatar a sus otras dos hermanas también.
Se pudo soltar de las garras de Marlene. Miró hacia atrás y consiguió ver cuatro manitos que tiraban del camisón de Marlene, que cayó por la escalera de espalda, muy probablemente sobre sus hermanas. Podrían haber quedado heridas. La situación se complicaba más todavía.

Llegó a la puerta y la cerró, echó llave y miró hacia arriba. Todo el primer piso estaba en llamas. El relámpago que pegó en la veleta, encendió el techo de madera y la casa ardía como una hoguera. Una hoguera lista para cocer a una bruja.

Pronto comenzaron a caer pedazos encendidos. El derrumbe de la escalera despidió un calor abrasador. Cami corrió hasta la única ventana a su alcance y sin pensarlo arrojó una silla contra ella. Los vidrios reventaron y afilaron sus cortantes astillas. Pasar por ahí podría ser muy peligroso. Casi todo el piso de la planta alta cayó en una explosión de chispas y brasas.
En su deseperación tuvo un momento de lucidez y abrió la ventana que no tenía más que una perilla por traba y saltó hacia afuera. Detrás de sí escuchó como terminaba de quebrarse la estructura. Tenía muy poco tiempo para correr hacía la ventana del sótano para intentar rescatar a sus otras dos hermanas.
Pero no pudo, el calor la empujaba varios metros lejos de la casa. Con horror comprobaba como sus dos hermanas morían aplastadas por una montaña de fuego ardiente.
El dolor no le entraba en su cuerpito. Cayó sobre sus rodillas. No sabía como seguir.
Pronto sus hermanas la encontraron y la abrazaron. Las cuatro.

- ¿Pero como? - Dijo entre sollozos, lágrimas y un limón atorado en su garganta. - Ustedes dos estaban en el sótano. Yo las vi.
- Desde la ventanita vimos lo que pasó, pero no éramos nosotras dos...


Nota: Inspirado por una mujer. Dedicado a otra.

3 comentarios:

  1. muy bueno, me atrapo, pero no me va mucho la cosa de chicos maltratados...

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  2. Y te digo que lo hice bastante suave eh!

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  3. DE lejos el mejor que lei hasta ahora. Mezcla de a prayer for owen meany, misery, el aprendiz y un libro de cuentos de terror que tenia de chiquita (hace 2 años y 3/4!). mmm...Me preocupa a quien se lo habras dedicado...

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