viernes, 15 de octubre de 2010

Historia de una ducha

El agua recorría su cuerpo copiando sus suaves líneas femeninas. Sus manos acariciaban sus hombros y su pelo se acomodaba en su pecho.
El sonido del agua cubriendo los oídos de él lo sumergían en una realidad alejada del repiqueteo de las gotas en el piso.

- ¿No está muy caliente? Preguntó él.
- No. Me gusta así. Contestó ella.

La espuma la vestía de novia, el velo también cubría su pelo y espalda hasta disolverse en sus pies.
Él la quería tocar, sentir su piel. Pero sabía que ella iba a echarle otra de sus miradas desaprobadoras. Le gustaba ser deseada. Sentir el poder que tenía sobre él. Eso la hacía sentir que valía como mujer. Ella necesitaba sentirlo.
No le voy a dar el gusto de que me diga que no. Otra vez. (Pensó él)

- Tomá el jabón. Arreglate como puedas con la espalda chiquita. A mi ni me mires eh. (No le dijo con tono desinteresado)
- No querés que te enjabone la espalda? Es difícil de alcanzar. (Sí le dijo, con tono casual).
- No, dejá, con toda la espuma que se me hizo en el pelo seguro ya está limpita. (Dijo con tono sensual)

Él la miraba. Como quisiera ser el agua que dibujaba sus labios. Esas gotas que caen por su mejilla, bajan por su cuello y se revuelcan por todo su cuerpo en una caída mortal, pero llenas de vida, corrientes y formas.
Tomó la mayor cantidad de productos que estaban del lado de ella buscando un roce casual. Ella sabía que él lo hacía por eso. Pero lo dejaba. Eso elevaba el deseo de él, que era lo que ella más deseaba.
El esfuerzo para que su cuerpo no revele sus intenciones con ella estaba agotando sus fuerzas y voluntad. Una constante búsqueda mental de ideas que lo alejen de sus impulsos masculinos, pero que no lo alejen demasiado como para no poder verla. Admirarla.
Él todavía tenía jabón en su cuerpo cuando el agua cortó sus terminaciones nerviosas con el filo de su frío.

- Está helada! El calefón se debe haber apagado.

Luego de morderse el labio dijo:

- No. Fui yo. Te quería ver reaccionar. Parece que no estuvieras en la ducha con una mujer desnuda.

A él le encantaba como ella se mordía el labio. Ya habían pasado a la etapa de la provocación. Ella lo estaba buscando.

Los dos sabíamos que esa era su luz verde. La señal de largada. La autorización para tomarla. Para dominarla.
Ella no quería un príncipe azul que ruegue por su amor. Ella quería un hombre que la haga desear, que no la persiga todo el tiempo. Que la deje libre, pero que también la doblegue y le muestre quien es el hombre cuando fuera el momento.

- Me voy sentar en la cama que todavía da el sol.

Dijo mientras tomaba una toalla con la que solo llegaba a cubrir las zonas más sensibles de su cuerpo. Antes de salir del baño lo miró por sobre su hombro con una sonrisita cómplice, seductora, llamadora. Era una clara invitación.

Sin perder tiempo terminó de enjuagarse para estar listo para la batalla. Esa cama era un cuadrilátero y lo que ellos tenían ahí era un round de amor. En esos niveles de pasión es difícil diferenciarlo de la lujuria. A él le gustaba pensar que era amor. Ella sabía que era lujuria.

La tomó de las manos y se las levantó. Ella dejó los brazos hacia arriba. Él sacó la toalla que ya había humedecido la cama. No le gustaba que la cama se moje, a no ser que lo que lo haga brote del cuerpo de ella. Pero no era momento de quejarse. Ella seguía con los brazos levantados y la cabeza levemente inclinada hacia un costado. Con una sonrisa simple iluminada por el sol. En ese momento ella era de él. Sus brazos todavía arriba indicaban que él mandaba.

La tomó nuevamente de las manos y se las trajo a su cuello. Avanzó sobre ella lentamente. Sus bocas se juntaron y sus lenguas se cruzaron. Le encantaba sentir como la respiración de ella se hacía más profunda y se aceleraba.

Le pidió moverse más hacia el centro de la cama. Él le dijo que ahí estaban bien.
La satisfacción los llenaba a los dos, tanto como él a ella.

- Me volvés loca.
- Ya lo sé.

Hacía media hora que no entraba el sol, pero el ambiente todavía estaba caliente.
Se dejó caer sobre ella, podía sentir su corazón a media que se serenaba.
No se volvieron a duchar, se querían llevar en la piel.
Tomaron un rápido desayuno en el poco tiempo que les quedaba y se fueron a trabajar.
Volvían a ser personas normales. Como vos y como yo.

13 comentarios:

  1. Escuchame Él, ambos sabemos que estas fanfarroneando...
    lo único rápido no fue el desayuno!

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  2. Durísimo!!! fue un 30 segundos?

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  3. eeeee que mala onda loco habria que preguntarle a la chica en cuestion no????

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  4. Muy bueno Vieguez!!!

    Ximpo.

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  5. muy bueno Diego, alto poeta, los comentarios de arriba serían pura envidia!

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  6. amo la ducha. y los que te bardearon: pobres

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  7. alguien firma como yo...
    Muy bueno Fino

    The real Ximpo
    jajajaja

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  8. Los cuentos no tienen fotos. Pondría dibujos si supiera dibujar. No quiero condicionar la imaginación del lector! jaja

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  9. Yo le hubiese entrado en la ducha.. o un poco de sexo oral en el agua!.. y despues a la camucha a seguirla! demasiado tantrico.. me gusto! el flaco la pego en el techo!! jajaja

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  10. Los que critican es porque no probaron...

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  11. A mi tampoco me gusta dejar la toalla mojada en la cama...

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