miércoles, 15 de diciembre de 2010

Lechero

Como todos los días, dejó la leche junto a la puerta.
Como todos los días, hizo el mayor ruido posible,
sin pasarse de la cuenta, para que ella lo escuchase.
Como todos los días, los segundos pasaron dando
estruendosos golpes en su reloj imitación.
Como todos los días, éstos, siguieron pasando uno detrás del otro.

Eran pocos los días que la veía. Pero siempre pensaba lo mismo cuando lo hacía.
Un día, mientras dejaba la leche al pie de la puerta, vio como ésta se abría.

Levantó la mirada y ahí estaba ella, con su actitud fresca y natural. Libre.
Él la miró, sentía como su garganta contenía un voluminoso buen día.
Como todos los meses, ella abrió su billetera y sacó el dinero correspondiente a la leche adeudada.
Con cara desilusionada lo tomó y agradeció.
Con esa misma cara mostró un frágil esbozo de querer algo más.
Ella le regaló una sonrisa gentil de alguien que ya había decidido.
Se despidió y cerró la puerta.

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